Capítulo 16: Amantes

 

Era el tercer día en el nuevo “hogar”, debo reconocer que esta nueva jaula está mejor equipada pero de todos modos sigo estando encerrado dentro de una jaula como si fuese un perro, por el cual nadie quiere adoptarme. De la misma forma en que vine, me ataron a la cama y me dejaron así, en estos tres días, una mantis religiosa viene a darme de comer, un puré que está asqueroso y un vaso de agua, eso es lo único que me alimenta y lo único que me dan, si cumplo mí deber. Todos los días, viene la chica a hacer lo mismo, darle amor y luego desaparece, creo que sé lo que pretende, porque no se va hasta que yo me sacio en ella.

En algunas ocasiones he intentado entablar una conversación, pero la única vez que lo probé, terminé amordazado, ¿así que le va el ese rollo, no?

-          Ella nunca dice nada.- decía otro prisionero que se encontraba encerrado dentro de la jaula y atado de manos y pies.- no le gusta que le hagan preguntas, solo quiere que seas un buen servicio. Te está probando, y créeme si quieres salir de aquí, tienes que ser un amante excepcional.- informó.

-          ¿Probando para qué?- pregunté.

-          Todas las semanas ella se lleva cinco amantes a la exploración, en Tierra. Cuando vuelve, solo uno regresa.- informó parecía asustado.

-          ¿Qué les pasa a los otros?- pregunté curioso.

-          Se quedan en Tierra o mueren.- contestó.

Esa era la única oportunidad que tenía para salir de las naves, quedarme en un planeta muy lejano al mío, pero desde allí conseguiría escapar de alguna forma. Tenía que ser un amante excepcional, pero ¿atado?

-          ¿Cómo puedo ser un buen amante si nos tienen siempre atados?- pregunté.

-          Solo necesitan dos cosas de nosotros, una buena herramienta y obedecer.- contestó.

En ese momento, la jaula se abrió y entró otra chica con el pelo distinto, era morocha. Se quedó con el prisionero que estaba hablando, le amordazó y me quedé observando para ver si hacía algo diferente, pero no vi nada. La chica durante su clímax me miró con ojos deseosos y sonrió ligeramente, entonces al bajarse del otro prisionero, se vino a mí. Examinó el pelo, los labios, el pecho, y finalmente me metió mano. Pero paró y me besó en los labios, nunca me habían besado así de suave, entonces se separó y se fue a la oreja.

-          Para ella eres muy especial…- susurró y se fue.

Esos ojos de puro deseo me provocaron piel de gallina, la observé semi-desnuda con una túnica roja muy sexy, salió de la jaula y detrás de ella entró la chica que me había traído allí. Se acercó a mí, me amordazó y terminamos una vez más amándonos.

Canalizado por: Laia Galí HR.

 

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