Capítulo 12: ¡A Dios!
Las sirenas empezaron a sonar por todo nuestro pasillo,
sonaban tan fuerte que parecía que intentaban dejarte sordo, mis oídos me
dolían tanto que automáticamente no podía conectarme por más tiempo a esa
especie de meditación. Jine empezó a perder el conocimiento, me acerqué a él,
pero no reaccionaba, le di hostias para ver si despertaba pero tampoco. Hasta
que dos hombres me agarraron y me obligaron a ponerme a un lado de la jaula, la
gran fuerza que tenían parecían robots, que si de alguna forma me quería oponer
a sus fuerzas, seguramente que no les costaría nada romperme los huesos de los
brazos.
-
¿A dónde os lo lleváis? ¡hijos de puta!- grité
mientras veía como el doctor se llevaba a Jine en brazos.
Los hombres que me agarraban, me tiraron de malas maneras a
la camilla del fondo, mientras que me volvían a encerrar, me giré y volví hacia
las rejas, pero al tocarlas con las manos, me quemé.
-
¡Han electrificado las rejas!- dije quejándome.
Grité pero no había forma, el sonido de la alarma se
paralizó en el momento en que Jine ya no estaba conmigo. No estaba dispuesto a
quedarme allí por más tiempo, tenía que hacer algo, tenía que escapar de alguna
forma… pero ¿cómo?
Entonces tuve una idea, y sin pensármelo mucho, empecé a
prepararla. Agarré el agua, y un trozo de hierro del microchip que había
quedado suelto, para que así pudiera ser clave para poder salir de allí.
Introduje el hierro en la herradura que había a la derecha
de las rejas, sin que perdieran el contacto con los hierros, y con el agua con
tan solo unas cuantas gotas, que eché en el hierro, el cerrojo automático falló
y las rejas desaparecieron. ¡Al fin era libre!
Las sirenas volvieron a sonar, así que me dio tiempo para
salir corriendo de allí como fuera, ya que había visto que se iban por la
derecha, les seguí. Las demás jaulas estaban vacías, menos la del final, dónde
vi a un ser que realmente asustaba, parecía una especie de lagarto con alas y
con una altura de más de dos metros, parecía que estaba medio ciego, porque sus
ojos estaban blancos. Utilicé el mismo truco para abrir la otra puerta de
seguridad y poder entrar en la siguiente sala.
No sabía a dónde me dirigía, pero tenía que encontrar como
fuese a Jine e intentar salir de aquí, sería capaz de hacer cualquier cosa para
volver a casa, pero al mismo tiempo recordaba que esas imágenes que había visto
de que nos encontrábamos muy lejos, me habían puesto el cuerpo del revés. Bajé
las escaleras de tres en tres, buscando y observando por los cristales de las
puertas, y en cada una se veía cada cosa que quizás nunca más pudiera ser el
mismo que era. Tenía que ser rápido, porque los guardias ya me estaban casi
alcanzando, lo supuse por las cámaras que vi puestas en cada rincón de los
pasillos.
Mientras que perdía la razón, busqué una puerta que
estuviera abierta, y tras probar cinco veces, al final, encontré una y me metí
sin mirar si había alguien o qué, me agaché mientras que en silencio escuchaba
de fondo las zancadas de los guardias que pasaban por delante de la puerta y no
entraban a dentro. De alguna forma, me había salvado…
Me quedé catatónico cuando vi esa gran sala llena de
insectos en forma de humanos con más de dos metros, que dormían en pequeñas
neveras, mediante un pequeño zumbido que hacían mientras dormían. ¡Jamás los
había visto!
-
Mierda…- susurré muy asustado.
Canalizado por: Laia Galí HR.
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