Capítulo 10: Orígenes
Sabía muy pocas cosas sobre la hija de Jine, pero desconocía
que ellos la estuvieran buscando, y por lo que puedo percibir, Jine está de
alguna forma aliviada que todavía no la haya encontrado. Yo estaría igual, si
Leonor estuviese atrapada aquí, por lo menos, saber que no está aquí, da
esperanzas de que puede estar sobreviviendo en algún lugar, muy lejos de aquí.
Pensar en todo esto, me estremezco de dolor y miedo, y prefiero cambiar de tema
o permanecer en silencio.
-
¿Te das cuenta que al fin y al cabo lo que
quieren es convertirnos en una especie que se supone que solo existe en los
libros y películas de ciencia ficción?- dice Jine.
Me lo quedo mirándolo atónito, sin entender muy bien sus
intenciones.
-
¿te piensas que yo siempre he tenido este aspecto?
¡Ni de coña! Yo nací en San Luis de Potosí, en Méjico.- dice como detestando su
aspecto, que no cuadraba con sus declaraciones.
-
¿Eres humano?- le pregunto mi tono de voz se
nota que no me lo creo.
-
Sí, soy humano. Aunque ahora no lo parezca.
¡Estos cabrones me han cambiado por completo! ¡Detesto ser el monstruo que
soy!- confiesa.
Mis ojos automáticamente se salen de sus orbitas al
comprender sus palabras, él era humano y esta gente, le cambiaron a un extraterrestre
gris con los ojos almendrados y con grabes problemas de salud. Llevado por el
pánico, me vuelvo a reflejar en el metal de las paredes, y comprendo que esto
de los ojos, tan solo es un paso más para convertirme a lo que ellos quieran.
-
¡Mierda!- susurro.- ¡Voy a ser como tú!- digo.
-
No, no lo creo.- dice Jine, le miro a la cara y
él prosigue – tienen muchas especies, así que quizás te toque otra, quién
sabe.- termina.
Empiezo a sentir como la garganta empieza a arderme, así que
me aclaro la voz y aunque la sensación no se me pasa, el picor en si, parece
que si.
-
¿De dónde viene tú nombre?- le pregunto.
-
Es el diminutivo de Julio Eduardo Pinerdo. Mi
padre me lo puso ya desde chamaco y en la familia todos me llaman así, solo en
mis documentos sale el nombre completo o por lo menos cuando tenía
documentación. – dice.
-
¿y tú hija?- pregunto, me arde cada vez más la
garganta.
-
Paula María Pinerdo, pero le llamamos Paola. –
dice con el dibujo del principio de una sonrisa en la comisura de los labios.
Me arde tanto la garganta que empiezo a toser y toser cada
vez más fuerte, hasta que el dolor llega a mi estómago y tengo ganas de
vomitar, intento remediarlas, pero al final, es inevitable.
Se escucha como algo metálico acaba tocando el suelo, me lo
quedo mirando todo curioso y sin entender nada, pero ese objeto ha salido de mi
estómago.
-
¿Qué cojones?...- digo.
Jine se asoma para observar, y nos quedamos ambos mirando el
objeto en silencio con cara de sorpresa.
Canalizado por: Laia Galí HR.
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