Capítulo 5: Jugando A Ser Dios - Parte 1
Un ser con bata de médico y una piel tan pálida que parecía
un zombi, llegó a la celda, ordenó a dos robots a arrestarme y se me llevaron.
Jine intentó evitarlo, pero el ser ordenó a uno de los robots que lo desmayara
o eso me pareció, mientras que salí de la celda, volando, agarrados por los
robots. Me estaban trasladando a otra hala, justo estaba sucediendo lo que me
acababa de contar, pero mis piernas aún no estaban curadas. ¿Qué querían
exactamente de mí? ¿Mi vida? ¿Algo de ella? ¿Pero qué exactamente?
El ser era muy alto, tenía los ojos bastante grandes pero
totalmente negros, una nariz y una boca humana, por detrás, a pesar de su tono
de piel, parecía humano. Llevaba en sus manos una especie de Tablet holográfico,
dónde pude ver perfectamente mi ficha, con foto y todo. Por lo que entendí,
ellos sabían quién era y eso descartaba automáticamente que la abducción hubiera
sido algo casual.
Supongo que esto es lo que siente un preso en el corredor de
la muerte, incertidumbre de no saber si va a sobrevivir, de ¿qué le espera
detrás de esa puerta? El ser introdujo en el holograma un código y la puerta se
abrió, los robots pasaron primero y el ser se me quedó mirando con sus ojos
siniestros y fríos, como si no tuviese alma. Tenía miedo, mucho miedo.
Me encontraba en una sala pequeña, el color de las paredes y
el suelo era metálico, solo había una camilla también de metal, los dos robots
me tumban allí y antes de soltarme, salen de la misma camilla unas esposas
metálicas que me atan a ella. Una en las muñecas, otra en la cintura, otro en
el cuello y otra en los tobillos. Finalmente los robots me dejaron y
desaparecieron al fusionarse con las paredes de la sala. Entonces la camilla
empezó a elevarse hasta que pude ver como el techo en realidad era una especie
de cortina de agua, la traspasé y me encontré en otra sala, llena de médicos,
que iban vestidos preparados para una operación.
Muerto de miedo empecé a forzar las esposas que me mantenían
atado, para intentar escaparme, pero no podía. El ritmo cardíaco empezó a
aumentar, quería salir de allí, no quería que me operasen. Un ser vestido de
enfermero empezó a desnudarme, me quitó la camisa y luego los pantalones, los rompió
de una forma violenta, mientras que intentaba escapar. Me quedé en
calzoncillos. Entonces, encendieron una luz cegadora que había encima de la
camilla y poco podía ver, tampoco entendían qué decían, porque hablaban un
idioma que desconocía por completo.
La misma enfermera me colocó una gafas que tenían dos
agujeros para poder ver, eran muy parecidas a las que te dan para darte una
sesión de rayos UVA. A través de eso podía ver mejor lo que querían de mí, la
enfermera me agarró fuerte del pelo, eso provocó que pusiera la cabeza hacia
atrás, sus ojos eran azules, no parecía igual que los demás, todos tenían el
mismo tono de piel. Colocó dos dedos en mi barbilla y pude notar que me
acariciaba el cuello, como si buscase algo, que desconocía.
-
Carne fresca.- dijo la enfermera telepáticamente
sin dejar de mantener el contacto visual, sus ojos parecían igual de lascivos
que un cazador cazando a su presa.
Canalizado por: Laia Galí HR.
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