Capítulo 3: No Estoy Solo
Al tercer día encerrado, me volví totalmente loco, me dolían
mucho las piernas, solo podía pensar en las heridas superficiales que tenía en
la piel, ya era como si hubiese salido disparado contra la luna del auto, en un
accidente. Me dolía mucho, por suerte, el robot, al escanearme la otra vez, no
quiso matarme, pero siempre que viene, la incertidumbre me mata la psique,
porque no sabes si volverá a pincharme el medicamento que está provocando que
recupere mis piernas o querrá aniquilarme.
Tenía mucha hambre, no había comido nada desde entonces,
cuando apagaron las luces, sabía que tampoco iba a comer nada ese día ¿cómo
podía pegar ojo con el estómago dando tanta guerra? El robot solo me daba un
vaso de agua en dos ocasiones, uno al levantarme y al otra en la tarde, esa
agua tiene un gusto diferente cada vez que la tomo, es como si así pudiera
alimentarme, pero me siento tan débil, echo de menos el gusto de la comidas y
poder masticarlas. Me tumbé en la cama de metal y sin manta ni nada, me puse a
reposar, estaba tan débil que el sueño iba agarrando poder, lentamente…
-¡A…ayu…ayuda…ayúdame…!- escuché una voz que apenas se le
podía entender, eso me quitó el sueño, abrí los ojos y miré por todos lados
pero pensaba que había sido en mi cabeza, una alucinación.
Pero a la que volví a cerrar los ojos, lo volvía a escuchar,
lo ignoré en mi cabeza, hasta que abrí los ojos.
-
¡Ah!- grité, me asusté que literalmente salté de
la cama.- ¡qué cojones!- respondí aleatoriamente.
-
A…ayúdame…- decía un ser de dos metros, que
estaba tumbado en el suelo, era muy extraño, porque parecía humano, pero tenía
la cabeza de una salamandra gigante, su piel era verdosa y sus ojos grandes y
siniestros.
-
¿Quién eres? ¿Y cómo has entrado aquí?- le
pregunté.
El ser me miró y sin decir ninguna palabra, escuché como
volvía a decirme lo mismo, lo escuché en mi cabeza. ¡Dios! Me puse de pie en la
camilla, me asusté tanto, que temblaba, me alegré de que pudiera ponerme de
pie… pero solo unos segundos, porque caí literalmente en el suelo a su lado, me
frené con las manos para no tocar con la cabeza.
El ser empezó arrastrarse como si sus piernas tampoco le
respondiesen, pero le pude ver que podía mover los pies, solo intentaba
alcanzarme con su mano que tenía tres dedos, mientras que seguía pidiendo eso,
telepáticamente. Estaba tan asustado que empecé a apartarme de él, pero
enseguida llegué a la pared y no podía escapar de allí. Cerré los ojos,
aceptando que algo iba a pasar, el ser se acercó, sus dedos que eran como ventosas
las colocó en mí frente, un estallido resonó en mi cabeza, parecía un rayo de
una tormenta, dónde de repente, todo se puso oscuro.
Mi cabeza me dolía, cuando sin saber cómo había pasado, el
ser se estaba comunicando conmigo a través de imágenes en mi cabeza, el ser no
parecía un ser en mi cabeza, era una persona de Gaia. Al verlo así, abrí los
ojos y grité, automáticamente sus dedos se separaron de mi frente y caímos los
dos en el suelo de nuevo.
-
¿Quién eres?- le dije con dolor en la cabeza.
-
Soy… Jine.- contestó telepáticamente.
Me lo quedé mirando a sus ojos negros, dónde me pude ver
reflejado. Tenía miedo, pero pude notar que él también se sentía igual, de
alguna forma, nos quedamos mirándonos en silencio.
-
¿Trabajas aquí? ¿Qué es este lugar?- le pregunté.
Jine, movió la cabeza negando cualquiera de mis preguntas.
-
Yo soy uno como TÚ.- su voz era ronca, le
costaba hablar, incluso telepáticamente.
-
¿Cómo yo?- pregunté, la curiosidad siempre me
mata.
-
Un paciente.- contestó.
Abrí los ojos en señal de sorpresa ¡no podía ser! Pero era
cierto…
Canalizado por: Laia Galí HR.
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