Capítulo 2: Atrapado
Escuchaba gritos de fondo, como si fueran un eco permanente
de sufrimiento y dolor de una chica, quería abrir los ojos, pero los parpados
me pesaban demasiado como para poder logarlo, deseaba que esos gritos no fuesen
de Leonor, intentaba identificarlos, pero no sabía quién era la chica que
gritaba, tan fuerte como si le estuviesen estrujando el cerebro. Pero de
repente se hizo el silencio y detrás de ella, el vacío se presentó como si
fuera un invitado sorpresa de última hora.
Finalmente conseguí abrir los ojos, pero veía borroso y todo
daba muchas vueltas, me sentía mareado, intenté moverme, pero era como si el
cuerpo no quisiera obedecerme. La visión lentamente se recuperaba, me
encontraba en alguna sala, el techo no era el mismo de la cueva, no parecía que
estuviese allí, porque era de metal, con pocas fuerzas, conseguía girar la
cabeza hacia la derecha, pero el latido de mí corazón se alteró al ver los
barrotes que tenía la sala dónde me encontraba. El suelo también era metálico,
miré hacia el otro lado y solo había una cama de metal, sin nada para asegurar
la comodidad.
Asustado me incorporé al recuperar el control de mí cuerpo,
aunque sentía mucho dolor en todas las articulaciones, y pude ver que me
encontraba atrapado en una caja de metal con barrotes, como si fuera la
prisión.
-
¡Mierda!- susurré.
Aún no podía ponerme en pie, mis piernas no reaccionaban,
así que me arrastré hacia los barrotes, me agarré fuerte a ellos y me puse de
pie, lo conseguí, pero no podía soltarme, no tenía mucha fuerza en los pies.
Miré hacia a fuera, había un largo pasillo que parecía
curvarse al final, miré hacia el otro lado y ocurría los mismo. Delante tenía
otra celda igual que la mía, en ese pasillo todo eran celdas, en la celda de
delante había una mujer, muy joven aparentaba de 15 años, que se acababa de
despertar de su cama. Iba con un camisón roto blanco demasiado corto, parecía
una vieja camisa de un hombre, llevaba el pelo corto de color negro y desde esa
distancia podía distinguir que tenía los ojos claros, pero no sabía qué color.
-
Eh, ¿sabes dónde estamos?- le pregunté.
La chica no dijo nada, solo se levantó y camino hacia sus
barrotes, pero antes de llegar se desvaneció y cayó literalmente en el suelo
pude escuchar como su cabecita tocaba el suelo metálico, tan fuerte, que
parecía que le había reventado la cabeza.
-
¡Eh, chica! ¡Chica! ¿eh, me escuchas?- grité.
Escuché un ruido de que alguien se acercaba por el pasillo,
empecé a mirar lado a lado, pero no veía nada. De la pared de al lado de la
celda de la chica, apareció un robot que estaba como fusionado con la pared,
era como una especie de robot cilíndrico que andaba flotando por la sala, entró
en la celda sin apartar los barrotes, se puso encima de la chica. Con un láser
azulado, la escaneó, no entendí qué decía, pero al terminar de escanearla,
encendió otro rayo y le tomó el pulso, curiosamente no tenía. Entonces el
robot, le atacó con un rayo violeta y la fulminó tan fuerte, que no quedó
absolutamente nada.
Del susto me aparté de los barrotes y caí en el suelo, empecé
a arrastrarme hasta llegar a la cama, no subí a ella, el robot salió de la
celda y entró en la mía. Estaba muy asustado, no quería morir, tenía que
salvarme de alguna forma, no quería morir. Tenía que volver a casa, como fuese.
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